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¿Se viene una nueva Europa?

En Francia ganó el socialista Hollande por 1,45% al actual presidente Sarkozy. Posiblemente revalide su triunfo en la segunda vuelta, la pregunta que surge es: ¿qué cambia con una Francia socialista?

En primer lugar, si supusiésemos una voluntad de cambio real por parte del futuro Gobierno, deberíamos pensar con qué elementos y herramientas cuenta para tal fin. Muy pocas, solo con la posible voluntad popular. La Unión Europea, desde sus cimientos, es una unión de mercados. Está planificada y elaborada para los mercados. La propia Constitución europea, todavía no aprobada por todos los Estados parte, habla más veces del mercado que de la seguridad social. Tal vez por esa razón ideológica, todas las medidas económicas impulsadas por Alemania, indiscutido líder de la región, estuvieron orientadas a cerrar las cuentas. Es decir, el objetivo son los números. Las personas también se transformaron en un número más: tasa de desempleo, jubilados, madres solteras, empleados, personas con viviendas, indigentes, pobres, ricos, etc.

Los elementos políticos también son escasos. Un Gobierno de tinte reformista deberá afrontar, en primera instancia, la soledad absoluta. No existe dentro de la región ningún otro Gobierno con una pretensión semejante, ni siquiera off de record. La Unión se sustenta en ésta concordancia de intereses y credo: el crecimiento económico redundará en beneficios sociales. Por lo tanto, el foco está puesto en que las empresas, hoy transnacionales y representadas por los mercados, crezcan. Lo único que queda es la voluntad popular, ¿ha llegado el momento, para la sociedad francesa, de decir basta?

El entusiasmo por el Socialismo se topa con las experiencias recientes en otros países de la región: España, Portugal y Grecia, son sus paradigmas. Además, cualquier intento de modificar algo, por pequeño que sea, debe tener el visto bueno de una Alemania que ya hizo el trabajo sucio hace unos años (reforma laboral = sueldos bajos). Luego de los resultados, en Italia se abrió la esperanza de que Monti gire su política hacia una salida alternativa a la planteada hasta hoy (en Italia se suicidan dos personas por día a causa de la crisis). En términos políticos es recomendable, un Gobierno de técnicos que por el momento no ha tomado una sola medida que aliviane a sus ciudadanos. Mal no vendría, si es que posee voluntad de poder, empezar a sumar unos porotos para las próximas elecciones y no quedar entrampado como le sucedió a otros con las reformas y ajustes neoliberales.

Paradójicamente, la buena elección realizada por la extrema derecha de Le Pen (cerca del 18% de los votos) abre la puerta a pensar que otra Europa es posible. Su plan económico, lleno de contradicciones y vaguedades, es abiertamente anti sistema. Si bien el antieuropeísmo todavía no gana elecciones, sí comienza a sumar cada vez más adeptos. Al Socialismo le restaría capitalizar parte de ese discurso para plantear un contrapeso en el centro mismo del poder de la Unión, eje Alemania-Francia. Sin embargo es posible que luego de la salida de Sarkozy del mapa político, la hija de Le Pen, intente tomar las riendas de la derecha francesa torciendo, una vez más, su discurso económico por uno más amistoso con las resoluciones alemanas.

Ideas

¿Lo que faltan son ideas? En parte sí, pero más hace falta imaginar escenarios futuros. Es imprescindible para Europa y el mundo reformular los conceptos de política, economía, crecimiento, ecología y el objetivo en torno a qué tipo de calidad de vida aspiran. Quien desentrañe la maraña de intereses políticos y económicos de corto plazo, y planifique su desarrollo social de acuerdo a estos nuevos valores (siempre y cuando la sociedad esté madura para recepcionar y hacer suyas esas nuevas condiciones de vida) será el que tenga ventaja mañana. Siempre es mejor vivir y sobrellevar las tensiones que traerá esa modificación (radical en muchos casos) en momentos de relativa calma económica (Latinoamérica), a esperar que todo estalle por el aire para ver qué hacemos con los restos. Con China transformándose en la primera potencia económica en un futuro no muy lejano, con el sur en pleno crecimiento a partir del BRICS, las sociedades del mundo deberán pensar cómo vivir. El mundo no alcanza para todos.

Las claves de la segunda vuelta

Sarkozy intentará buscar los votos de la ultra derecha francesa. El discurso contra los inmigrantes será el fuerte de su campaña, el problema es que Le Pen prefiere un Gobierno del socialista Hollande para posicionarse como la única opción de la derecha. Por tanto, harán todo lo posible para mantenerse neutrales y dispersar a su electorado.

Las encuestas marcan una clara ventaja para el candidato socialista, Hollande conseguiría un 54% y Sarkozy alcanzaría el 46%.

Resultados

François Hollande – Partido Socialista – 28.63%

Nicolas Sarkozy – Unión por un Movimiento Popular – 27.18%

Marine Le Pen – Frente Nacional – 17.90%

Jean Luc Mélenchon – Izquierda Unida – 11.11%



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