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QUE SE “ENGANCHE” UN JOVENCITO, ES UNA COSA…

Ricardo Jorge Pareja, parejaricardo@hotmail.com


…que lo haga un pelotudo de cuarenta para arriba, resulta penoso e indignante. El jovencito, está en plena tarea de aprendizaje, y va a necesitar darse la cabeza contra la pared, tantas veces como sean necesarias, para acomodar dentro de ella, algunos de los principios que supuestamente le acompañarán a través de la vida. Y digo supuestamente, habida cuenta justamente, de la existencia de ese pelotudo de cuarenta o más, que seguramente también se la dio, sin que le sirviera para un jocara.

Y por lo general uno los tiene a la vista y consideración, encolumnados detrás de un proyecto que suena a Patria, pero huele y sabe a podrido, o por ejemplo vestido con la camiseta de Los Pumas, en la previa y durante el desarrollo de un Mundial de Rugby. ¿Los tiene?. Bien, gracias.

La Patria, no es demasiado importante; ¡es lo más importante!, así quienes nos gobiernan, y nos han gobernado cuando menos en los últimos ídem de años que el pelotudo, se hayan cagado en ella, ante el registro complaciente de los convidados de piedra…nosotros.

Para éstos y aquellos, la justicia de los hombres jamás llegará. Ya lo dijo en su momento el filósofo y ensayista argentino D. Alfredo Yabrán, (sic) “El Poder es impunidad”. Hablar de la justicia divina, es un tema que prefiero dejarlo para algún versado en la materia. Si bien soy cristiano, tampoco es p´a tanto, ¿comprende?.

En un par de meses, es posible se realice finalmente el combate de boxeo, donde estará en juego la corona mundial peso mediano del Consejo Mundial de ese deporte. Nuestro representante, Sergio “Maravilla” Martínez, un boxeador exquisito, con un modo y un decir que no le van en zaga, habrá de enfrentarse al mexicano Julio César Chávez Jr., que no es el hijo de Hugo Chávez, y aparentemente nada tiene que ver con alguno de los tantos Carteles que nos miran seducidos por la carroña que conduce nuestro destino, que si es por mí, ya saco a “remate” y sin base. No le extrañe entonces, el ver a alguno de estos pelotudos, vestido con guantes de boxeo, para orgullo de la señora y regocijo del nene, predestinado éste, a convertirse en un pelotudo más, que se integrará a la más que extensa e importante colonia de pelotudos.

En definitiva, el pensar en una Patria, a la que siquiera llamo grande, se convierte en utopía, cuando privan los mal paridos, los pelotudos en todas sus manifestaciones, y los que miran sin comprender, tal cual el Malevaje de Discépolo (¡y siempre el maestro!), ni comprometerse.

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