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La ONU reconoce a Palestina como “Estado Observador”

En una histórica votación, la Asamblea General de las Naciones Unidas, aceptó a Palestina como Estado Observador.

La primera conclusión que se desprende es que por primera vez en forma oficial, la comunidad internacional admite que hay un “otro” con el cual habrá que negociar, si la intención es alcanzar la paz entre palestinos e israelíes.

El resultado de la votación dista de ser meramente anecdótico, con 138 votos a favor, 9 en contra y 41 abstenciones, el mundo manifestó un profundo rechazo a las políticas que impulsan EEUU e Israel. Los únicos Estados que los respaldaron fueron: Canadá, Panamá, Nauru, Palau, Micronesia, República Checa y las Islas Marshall.

Las primeras repercusiones

La embajadora de estadounidense en la ONU, Susan Rice, afirmó que “esta resolución no crea un Estado que no existe ni cambia la situación sobre el terreno”. Además, prometió que su país realizará todos los esfuerzos necesarios para reanudar el diálogo. Aclaraciones que nadie pidió, por lo menos no la inmensa mayoría de los países que votaron. Por lo cual, se desprende que el mensaje está dirigido a Israel, para evitar sentirse demasiado solo, y a los palestinos quienes recibieron la advertencia de la primera potencia mundial: ni piensen en recurrir a la Corte Internacional de la Haya. Una de las atribuciones más importantes que recibieron al ser reconocidos como Estado Observador.

Obviamente, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu también declaró que “nada cambiará sobre el terreno”. Es interesante comprobar la connotación militar en el lenguaje que insisten en utilizar los grandes derrotados en la votación.

En tanto, el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, salió fortalecido dentro y fuera de Palestina. En las recientes negociaciones que finalizaron en una tregua con Israel, fue la agrupación Hamás quien obtuvo la representación de hecho del pueblo palestino. Algo que aprovechó el Estado israelí para oponerse al reconocimiento que brindo la ONU diciendo que la Autoridad Palestina no tiene el poder real.

De todas maneras, es evidente que el problema seguirá siendo el mismo: palestinos e israelíes no se reconocen, lo cual hace impracticable cualquier agenda de diálogo, puesto que para acordar es necesario ceder posiciones. Por otro lado, si bien el mundo rechazó la política militar y de ocupación del territorio palestino, nada hace suponer que ésta vez Israel cumpla con las resoluciones de la ONU que impiden los asentamientos. Reclamo esencial que debe cumplirse antes de negociar la creación, y mutua aceptación, de un Estado independiente en la Franja de Gaza y Cisjordania.

Por caso, es interesante retomar un fragmento del libro “los árabes” de Eugene Rogan, para comprender que el conflicto ya tiene todas las cartas jugadas en la mesa desde hace mucho y nada parece destrabar un empate desigual: una potencia militar que abusa de su poder y un pueblo condenado a vivir asediado y cuya resistencia adquiere acciones repudiables.

“En marzo de 1991, el ministro de Asuntos Exteriores estadounidense, James Baker, viajaría a Jerusalén a fin de invitar a los dirigentes palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza a participar de una conferencia de paz y negociar en nombre de los palestinos de los territorios ocupados (…) Once palestinos asistirían a la primera reunión, presidida por Faisal al-Husseini, jede del Consejo Nacional de Jerusalén. (…)

-Estamos aquí a petición de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), nuestra única jefatura legítima –comenzó diciendo al Husseini.

-Es prerrogativa suya escoger a los líderes que más le plazcan – respondería Beker. Estoy buscando a palestinos de los territorios ocupados que no sean miembros de la OLP y que estén dispuestos a iniciar una serie de negociaciones directas y bilaterales, divididas en dos fases y basadas tanto en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como en el principio de paz por territorios, al objeto de convivir en paz con Israel. ¿Hay alguien en la sala que responda a estas características? – discurseó Beker mirando a la cara a los once palestinos. Pese a su golpe de efecto, ninguno de ellos habría de precipitarse a recoger el guante.

-Hemos de recordarle, señor ministro, que somos un pueblo digno y altivo. No hemos sido derrotados, y esto no es la Tienda de Safwan –precisó Saeb Erekat refiriéndose a la jaima instalada por los estadounidenses a fin de negociar los términos de la rendición iraquí al acabar la guerra del Golfo. El fornido Erekat era un profesor de ciencias políticas de la Universidad de Al-Najah de Naplusa y poseía un buen conocimiento del idioma inglés.

-Yo no tengo la culpa de que hayan optado ustedes por el bando perdedor –replicó Beker-. Deberían decirles a sus líderes que no apostaran por el caballo equivocado: han cometido una tremenda estupidez. Y les va a salir muy caro (referencia al apoyo de Arafat a Sadam Hussein).

-Si he aceptado acudir a esta reunión ha sido para hablar de una sola cosa –diría Haider Abdul Shafi. Facultativo y presidente de la Asociación Médica de Gaza, era el político más importante de los territorios ocupados y había sido además portavoz del Parlamento palestino en la época en que Gaza estuvo bajo la tutela de Egipto, es decir, entre los años 1948 y 1967-. Ha de ponerse fin a la política de asentamientos que está llevando a cabo Israel en los territorios ocupados. No habrá proceso de paz alguno mientras siga aumentando el número de asentamiento. Puede estar seguro de que siempre el repetiré lo mismo.

-Inicien las negociaciones y los asentamientos cesarán –respondió Beker.

-Han de frenarse antes, o no podremos iniciar el proceso –contestaron a coro los activistas palestinos.

El ministro Beker comprendió que la conversación estaba convirtiéndose en una negociación, y que había hallado a un grupo con la credibilidad suficiente pare representar a Palestina en la conferencia de paz. “Por fin estamos entrando en materia”, dijo con cierta satisfacción.”

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