A dos años de la fiesta electrónica “Time Warp” que terminó con la vida de cinco jóvenes y otros tantos heridos, para Gabriel Fuks, Defensor Adjunto del Pueblo de la Ciudad y autor de Tragedias de un estado ausente. De Iron Mountain a Time Warp es un “buen momento para reflexionar” sobre los controles nocturnos de las fuerzas de seguridad.
La causa llegó a tener cuatro organizadores presos, tres prófugos y más de 30 funcionarios del Gobierno porteño y la Prefectura procesados por un fiscal y un juez que aseguraron que el juicio oral estaba cerca pero que está lejos de comenzar.
“Es necesario encarar una política que acepte que existe un problema. Si no lo aceptamos dejamos a los empresarios que manejan la noche”, reflexionó Fuks sobre aquella noche en la que se había dejado entrar dealers para que vendieran drogas sintéticas a los jóvenes; donde el agua había sido limitada en los baños y las botellas valían 100 pesos; y donde también se había permitido el ingreso de más de 20 mil personas cuando lo habilitado era de 13 mil.
En este sentido, el ahora defensor adjunto del Pueblo de la Ciudad, dijo que los controles son un tema central ya que la noche porteña significa “connivencia” entre empresarios y fuerzas de seguridad y por esto se empezó a implementar la Ley de reducción de riesgos y daños de sustancias psicoactivas, tabacos y alcoholes.