Río de Janeiro entre la violencia y el turismo: la mirada de un argentino

La reciente operación policial en Río de Janeiro, lanzada por el gobierno estatal para capturar a líderes del narcotráfico, dejó más de 120 muertos y expuso una vez más la compleja trama de violencia que atraviesa la ciudad. Los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y el Comando Vermelho, una de las facciones criminales más poderosas de Brasil, se concentraron en la zona norte, lejos de los circuitos turísticos, pero generaron temor y confusión en toda la población. La medida, respaldada por parte del gobierno local pero cuestionada por organismos de Derechos Humanos, dejó imágenes de barricadas, autobuses incendiados y barrios paralizados.
En diálogo con FRECUENCIA ZERO, el guía turístico argentino Brian Bobanovic, radicado hace seis años en Río de Janeiro, relató cómo se vivieron esas horas de tensión: “El martes hubo miedo e incertidumbre, la gente no sabía si salir. Hoy la ciudad intenta volver a la normalidad”, aseguró desde la Escalera Selarón, uno de los principales puntos turísticos. Bobanovic explicó que la violencia se dio “a unos 40 kilómetros de Copacabana y muy lejos del Pan de Azúcar o el Cristo Redentor”, por lo que el turismo internacional no se vio directamente afectado. Sin embargo, reconoció que “muchos cancelaron reservas o cambiaron planes al ver las imágenes en redes”.
El guía destacó que el operativo dejó en evidencia “las dos realidades” de Río: la de la zona sur, privilegiada y turística, y la del norte, donde el narcotráfico convive con la falta de presencia estatal. “En esos lugares el Comando Vermelho cumple funciones que el gobierno no cumple. Asisten, organizan, imponen su ley”, describió. Bobanovic comparó la situación con la de Rosario, en Argentina, al señalar que “las guerras por territorio y poder son frecuentes, pero esta vez el operativo fue de una magnitud inusual”.
A pesar del impacto, el argentino asegura que el espíritu de la ciudad sigue en pie. “Río continúa lindo, con su gente volviendo al trabajo, los turistas sacándose fotos y los vendedores armando sus puestos”, expresó. Y dejó un mensaje para quienes planean viajar: “Pueden venir tranquilos, sin miedo, pero sabiendo que detrás del paisaje hay una realidad compleja. Esta ciudad no se rinde”.



