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¿Y LA PUNTA DEL OBELISCO?

al final se develo el misterio

¡PUNTA MADRE!

Por unos días, el misterio de la desaparición de la punta del máximo símbolo porteño mantuvo en vilo a la opinión pública. La foto tomada desde el aire que rápidamente se viralizó en las redes sociales revela el secreto del Obelisco sin punta. Desde la Avenida 9 de Julio, el ícono porteño sorprende a todos por encontrarse cortado. Además, en la puerta del MALBA, puede encontrarse la punta del Obelisco como parte de la obra “La democracia del Símbolo” del artista argentino Leandro Erilich. Sin embargo, la punta nunca fue removida, sigue allí.

La imagen, tomada desde un drone, muestra cómo el extremo del monumento está recubierto por paneles espejados que crean la ilusión óptica.

Al Obelisco se le colocó un capuchón de dos toneladas para que pareciera cercenado. Se trata de una estructura de hierro con revestimiento muy similar al hormigón original, que lo deja de su misma altura. “Quedará así una o dos semanas, porque queremos fomentar el arte en el espacio público, para que se convierta en un lugar donde la gente se quiera quedar”, dijo Patricio Di Stefano, subsecretario de Espacio Público.

La intervención, realizada por uno de los artistas argentinos con mayor proyección internacional, fue concretada después de seis meses de trabajo y de coordinación con la Policía Metropolitana, ingenieros, técnicos y tres secretarías del gobierno porteño

En una entrevista, habló sobre el método que tanto llama la atención en todo el mundo. “La ilusión óptica es un punto de partida, una forma de involucrar al espectador en una experiencia dentro de la historia de la obra. Esa sorpresa, ese pequeño descubrimiento de algo que no era como pensábamos, genera algo muy positivo. No provoca una confusión angustiante del estilo “me engañaron otra vez”, sino que despierta esa sensación de que puede ser de otra manera”.

Además, resaltó: “Es como abrir una ventana donde no la hay. Son situaciones que a mí me generan una cierta ilusión: demuestran que todavía hay cosas por descubrir, por pensar, por inventar. Creo que lo cotidiano y la alienación te llevan del otro lado, a la vereda de enfrente, ahí donde todo está determinado, donde las cosas no van a ser diferentes, y eso es bastante triste”.

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