Ínsula de María Onis

Ínsula comienza como un documental, con imágenes de una comunidad wichi en su propio entorno. Pero pronto vemos el detrás de escena y nos damos cuenta de que, en realidad, estamos ante una película sobre la realización de otra película. Con ese rasgo interesante, Ínsula pone en foco discusiones, a veces éticas, a veces estéticas, entre la pareja que la está realizando. Él es un estudiante de cine, ella es antropóloga, y sus puntos de vista suelen contraponerse.
María Soldi interpreta a esta mujer que quiere hacer un documental para visibilizar a esta comunidad. Su idea es introducirse en su entorno, mostrar su conocimiento acerca del monte, el modo en que viven con la naturaleza. Y quiere hacerlo de manera respetuosa, pero lo cierto es que ni ella ni su pareja parecen encontrar una manera adecuada de llevarlo adelante.
“Los tratás como si fuesen de otro planeta”. Entre el acercamiento de ella que a él le parece frívolo y el poco tacto, según la mujer, que él tiene para editar el material, que incluye imágenes de caza porque es así como se alimentan, es que van dejando de entenderse y es ella quien va a decidir tomar las riendas de la película.

En Ínsula se entremezclan largas escenas de observación de puro registro documental, con otras de la vida de estos dos jóvenes que salen y asisten a recitales de poesía donde se lee a Marosa di Giorgio o se cita a Alejandra Pizarnik.
Lo que durante los primeros minutos parece prometedor, pronto se va convirtiendo en una seguidilla de discusiones, a veces banales, a veces ridículas, y algunas más interesantes porque generan preguntas reales. Pero, de a poco, se pierde esa idea de la comunidad wichi, de mostrarlos y se cae, quizás de manera irónica, en la relación entre esa pareja que ya no puede entenderse en algo más que sólo la realización de este documental.
Ínsula se permite ser ácida, se permite el humor incómodo, y entonces comienza a perderse la idea inicial sobre el proceso de crear y pensar un documental etnográfico, lo interesante de plasmar diferentes puntos de vista, los modos de acercarse a una comunidad…

Ínsula plantea una manera distinta de repensar el cine documental que muestra causas sociales, pero luego parece poner en foco que, a la larga, cada uno vive en su mundo y que todo esto parece absurdo. El problema es que lo hace a través de escenas de la cotidianeidad de esta pareja que van perdiendo el interés y con los que resulta cada vez más difícil conectarse.