Cultura

El sueño de Cucuza

Hernán “Cucuza” Castiello es cantor, letrista y compositor. La charla nos reúne en un bar emblemático de La Pampa y Av. Constituyentes, El Faro. Allí, en agosto del 2007, Cucuza dio inicio a un ciclo que llamó “El tango vuelve al barrio” y que acaba de cumplir 15 años. “Empezó siendo para la gente del barrio, pero también fue un semillero”, relata Castiello. “Para mí, este ciclo fue un antes y un después de Cristo. Me llevó a cantar en otros lugares. Pero vaya donde vaya, trato de ser el cantor de El Faro, mismo bar donde, sin saberlo, mi papá (taxista) paró durante 10 años seguidos”.

En el 2008, el Ciclo recibe la participación histórica de Rubén Juárez, quien cantaría luego El yuta Lorenzo y Una tarde cualquiera junto al Negro Vattuone. Ese mismo año, El Faro es nombrado “Bar Notable”.

Desde el año 2013, Cucuza es acompañado por el “Trío Inestable”, con Sinkunas en piano, Perrone en bandoneón y Kastiello (Mateo) en guitarra. “Un pibito que se curtió acá en El Faro y entre ensayos en casa. A los 8 años, mientras yo cantaba, él iba por las mesas haciendo magia. A ese pibito, a los 11, lo invité a tocar algunos temas. Y, de a poco, Mateo terminó siendo un grandísimo guitarrista”, cuenta orgulloso su viejo.

Me gusta que las letras del tango no delaten la época”, dice Cucuza. “Mi inspiración es la de ayer: Goyeneche, Floreal Ruiz y Rubén Juárez”, citando a leyendas del tango con quienes supo compartir escenario desde muy joven. También, dice que el tango “se sostiene solo” y que con toda su historia ya se ganó la inmortalidad. “Nosotros lo hacemos elongar”, agrega el autor de Tibieza.

Para finalizar, Cucuza cuenta que de chico tenía 2 pasiones: cantar y jugar al fútbol. Y fue la pelota, de pibe, la que lo acercó a la familia Maradona: primero con el Turco, con quien jugaba en Argentinos Juniors, y luego, con Diego Armando. “El único sueño que tuve en mi vida se cumplió con creces: en la cancha de Argentinos. Tuve la suerte de cantar El sueño del pibe con Diego”, nos cuenta Cucuza sobre aquel diciembre de 2019, donde homenajeaban a Sergio Gendler y aparecía “Dios” entonando con Castiello. Minutos previos, se cruzaban y abrazaban en vestuarios. “¡Cucuza, la concha de tu hermana, te pasó un tren por encima!», recuerda que le decía Diego. “No era solo memoria lo que tenía Diego, era tener en cuenta a la gente”, dice Cucuza, antes de despedirse. “En el 86, cuando Maradona estaba en su casa de Devoto, después de salir campeón del mundo con Argentina, su hermano me invita a pasar. Yo temblando y Diego, tan grande, se acerca y me dice: ‘Cucuzita, ¿seguís con el tango?’”.

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