La UCR, un partido sin voluntad de poder
Esta semana se vio por primera vez una Unión Cívica Radical unida. Fue en la votación por la movilidad jubilatoria en la Cámara de Diputados. Sin embargo, el partido de Yrigoyen y Alfonsín no acostumbra a tener un consenso interno y las diferencias ideológicas de sus representantes empujan a la fragmentación. Por un lado, un bloque liderado por Cornejo y De Loredo más vinculado al gobierno, por el otro, Lousteau y Manes como una expresión más opositora. ¿Cómo se sale de esta interna? ¿Cuáles son las reales intenciones del partido vigente más antiguo del país?
En diálogo con FRECUENCIA ZERO, el Lic. en Ciencia Política, Emmanuel Boente Brusa, analizó la situación actual del radicalismo y explicó que el partido “viene de una fuerte crisis de identidad desde la caída de De la Rúa, crisis que se fue agravando con los años porque no generó figuras ni ideas que los puedan distinguir de otros partidos”. En el mismo sentido, sostuvo que “no puede discutirle al gobierno a la par”, a pesar de tener más diputados y senadores que el propio oficialismo: “tienen una crisis de diferenciación interna y discusiones no solventadas que no permiten que el radicalismo pueda tener un crecimiento, además tampoco tienen voluntad de tener poder”.
Para el politólogo, la respuesta debe estar en la unión de ambos polos como requisito básico para planificar el futuro de la UCR. Asimismo, según él, “deben aprovechar para ser representantes de la clase media, ya que el peronismo representa discursivamente a la clase trabajadora y Milei al capital”. “La clase media está postergada actualmente; tienen que ver cuáles son las preocupaciones y problemas propios de esta clase”, opinó.