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REABREN LAS INVESTIGACIONES POR LA MUERTE DEL ZAR

El Zar y su familia fueron asesinados en 1918

LOS MISTERIOS DE UNA MUERTE REAL

Se reabre en Moscú la investigación sobre el asesinato del Zar Nicolás II

María Wladimirovna Romanov, representante de la familia, manifiesta un lógico interés porque se haga justicia a la familia de los Zares

El moderno estado ruso tendrá que enfrentarse a la investigación si esta reapertura del caso llega finalmente a buen puerto. Será necesaria una nueva investigación criminal y un nuevo investigador.

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El Zar, Nicolás II junto a su familia
El Zar, Nicolás II junto a su familia

El Zar, Nicolás II junto a su familia

A fines del pasado agosto el tribunal Basmanny de Moscú ha dado curso a la apelación de la Gran Duquesa María Wladimirovna de Rusia, como representante de la familia Romanov, para reabrir la investigación sobre el asesinato del Zar Nicolás II y su familia ocurrido en el verano de 1918. Dicha investigación, a la que se había dado carpetazo político convenientemente en enero de 2009 con el argumento de que los perpetradores del asesinato estaban ya fallecidos y se trataba de criminales comunes, se reabre por la presión de la representante de la familia Romanov a través de su abogado señor German Lukyanov.

María Wladimirovna Romanov, descendiente directo de la familia
María Wladimirovna Romanov, descendiente directo de la familia

La Gran Duquesa, María Wladimirovna Romanov

María Wladimirovna Romanov manifiesta un lógico interés porque se haga justicia a la familia de los Zares y porque hechos históricos tan controvertidos y hasta ahora tan manipulados por la historiografía soviética puedan finalmente aclararse a los ojos del mundo. A ello se suma que en fechas recientes otra sentencia de la Corte Suprema rusa ha dejado claro que los asesinatos no fueron perpetrados por meros criminales comunes actuando por cuenta propia, sino que tuvieron lugar en nombre del Estado, un argumento sabiamente utilizado ahora por la familia Romanov para cuestionar la legitimidad y la legalidad de aquellos luctuosos hechos que han hecho correr tantos ríos de tinta.

Desde la caída del muro de Berlín y la Perestroika de Mikhail Gorbachov, el controvertido e incómodo tema del fusilamiento del Zar Nicolás II y de numerosos miembros de la familia Romanov, ha pesado notablemente sobre los distintos Gobiernos de la nueva Rusia, que han buscado no remover los postulados de la historia oficial al tiempo que han querido reivindicar la figura del último Zar como forma de conseguir activos políticos con las menores salpicaduras posibles.

Para ese fin, en 1998, el ex presidente Boris Yeltsin, se apresuró en validar la autenticidad de unos supuestos restos óseos de la familia imperial encontrados en 1991 en la ciudad de Ekaterimburgo, que recibieron oportuno entierro en una ceremonia de estado que algunos miembros de la familia Romanov consideraron una pantomima y una clara manipulación negándose a asistir. Ello contó con la poderosa oposición de la poderosa Iglesia Ortodoxa rusa, con el entonces patriarca Alexis II a la cabeza, que de forma sistemática siempre puso en duda la autenticidad de esos restos a los cuales vinieron a sumarse otros nuevos en 2007, que se dijo correspondían al Zarevitch Alexis y a la Gran Duquesa María.

Posteriormente, en octubre de 2008, la corte suprema rusa rehabilitó oficialmente a Nicolás II y a su familia, pero ninguna de estas medidas oficialistas parece satisfacer la necesidad de una investigación auténtica e incontaminada sobre aquellos asesinatos en los que muchos incluso no creen. Esta es una investigación que los Romanov han venido pidiendo desde 1918 como legítima reclamación histórica y con la que ahora el moderno Estado ruso tendrá que enfrentarse si esta reapertura del caso llega finalmente a buen puerto, como así parece.

Entre tanto María Wladimirovna, que nació y siempre ha vivido en Madrid, continúa enfrentada con otros miembros de la familia Romanov que de forma persistente, y desde hace ya muchos años, niegan su auto proclamada jefatura de la Familia Imperial Rusa. Por su parte la gran duquesa, que cuenta con numerosos contactos en ciertas esferas de la nueva Rusia, se mantiene en sus posiciones y no tiene intención de cejar en su empeño de que los hechos que rodearon a la matanza del Zar Nicolás II y su familia puedan finalmente aclararse con la mayor objetividad histórica posible.

Tanto es así que, según informaciones del 20 de septiembre, la Cancillería de la Gran Duquesa, representada por Alexander Saratov, ha afirmado que es necesaria una nueva investigación criminal y un nuevo investigador.

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