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LA HEBE SIEMPRE SALE EN LA FOTO

Y entonces, se contamina lo ya contaminado, ¿me explico?. Porque si uno hace un repaso de las “caripelas” que conforman el entorno más próximo a La Señora, concluirá definitivamente en que “tamo jodidos, tamo”.

Más que reparar en “los fueros”, deberíamos reparar en “lo que fueron”, y entonces concluiremos en que “tamo más jodidos de lo que imaginábamos, tamo”. Perdone que me reitere, después de todo, La Señora también se reitera en la “sanata” de la oratoria embelesante. Y digo embelesante, porque a fuerza de ser sincero, debo admitir que a muchos se les cae “la baba” contemplándole. Ocurre que La Señora es muy buena moza, y dueña de una capacidad histriónica que le coloca a la vanguardia entre las más talentosas y encumbradas representantes de la farándula. Lo que sí deberían evitar algunos, es el llevar su mano derecha a la bragueta, circunstancia que poco tiene que ver con la “sintonía fina” que tanto pregona La Señora, amén de constituir una grosería, solo reservada a jóvenes que transitan por la denominada “edad del pavo”, ¿la agarra?. Me dice que sí. Debo interpretar entonces que Ud., agarra la ironía, o concluiré en que ha hecho una suerte de regresión a sus años de adolescente. ¡Y no me diga que no se “colaba” en algún cine de barrio para ver las películas de Isabel Sarli!, rogando no se encendieran las luces sorprendiéndole “in-fraganti” manoteo.

¡Y La Señora va!, como decía un famoso relator deportivo. ¡Y nosotros nos vamos del brazo de La Señora, al  mismísimo carajo, del que saldremos mucho más debilitados de lo que salía Ud., de “ese cine”. ¡Éramos tan jóvenes!.

En este momento, y a medida que le escribo, escucho y veo por la Tele, al Daniel Scioli. ¡Sátamente; tengo esa capacidad!. Y Daniel, más allá de lo creíble o poco creíble del repaso de su gestión, nos hace llegar un mensaje alentador, preciso, puntual, sin dejar de abordar uno de los temas que más preocupan a la ciudadanía toda, “la seguridad”,  colocada apenas un “pasito detrás” de la angustia que nos genera el solo pensar “que será de nuestro bolsillo”, cuando se termine de destapar la olla. Semo así, semo. No será como para que uno se sienta orgulloso, pero “tampoco semo lo pior del  mundo, tampoco”, y si le queda alguna duda, vea lo que pasa en Afganistán, Irak, Libia, Malasia.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com

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