LOS REITERADOS CORTES DE LUZ COMPLICAN A MILES DE PORTEÑOS
Quedaron sin energía por lo menos 28 barrios de la ciudad y la gente salió a protestar cortando calles; los perjudicados denuncian que las empresas no dan respuestas a sus quejas.
Son más de las 4, y Carlos Muñoz sigue dando vueltas en su cama. No puede dormir. No tiene insomnio. Tiene calor. Mucho calor. En su departamento de Nueva Pompeya, en el que vive con su mujer y sus cuatro hijos, no hay luz desde hace tres días. Finalmente, logra dormirse, pero el bendito despertador suena una hora después. Intenta bañarse, pero tampoco puede. En el edificio, no hay agua. Su vida, sin luz, los últimos días, como la de miles de porteños, es un infierno.
Bronca. Impotencia. Frustración. Así se sienten aquellos que durante todo el verano tuvieron que soportar los continuos cortes de luz en la ciudad. Sus quejas no tienen respuesta. Sus pedidos resultan en vano. Villa Crespo, Parque Avellaneda, Flores, Floresta, Caballito, Almagro, Balvanera, Paternal, Liniers, Villa Lugano, Montecastro, Villa Real, Villa Santa Rita, Villa Devoto, Constitución, Villa del Parque, Parque Patricios, Nueva Pompeya, San Cristóbal, Mataderos, Villa Pueyrredón, Núñez, Belgrano, Palermo y Recoleta.
En todos estos barrios, hubo reclamos de los vecinos por apagones ocurridos durante la jornada de ayer y en varios puntos de la ciudad se cortaron calles para protestar. Los apagones son resultado de un pedido del Gobierno a las distribuidoras, Edenor y Edesur, para que hagan cortes selectivos ante la alta demanda generada por la ola de calor.
Carlos trabaja en Palermo. Llegó tarde. Se quedó dormido en el colectivo, que tenía aire acondicionado. A pocas cuadras de su trabajo, ya en Villa Crespo, desde la noche anterior, no había luz. En la panadería La Catalana, a metros de Gurruchaga y Corrientes, la dueña del local está regalando comida. «Antes de tirarla se la doy a los vecinos. La situación es catastrófica. No sé a quién más recurrir», asegura la propietaria, al borde de las lágrimas.
Roque Juárez se lleva una torta de chocolate para su mamá, de 92 años; pero no luce contento. Ella está acorralada en un octavo piso y hasta hace unos días estuvo internada. Ayer tenía que ir al médico. Pero no pudo. Por las escaleras no podía bajar.
Parque Rivadavia es otro de los puntos de la ciudad donde hubo más quejas por estos días. Irene Briner vive en la calle Recuero, junto a su familia: «Desde hace tres meses que tenemos dos horas de luz por día. El 18 diciembre fue el último día completo con luz. No se puede dormir. Comemos y nos bañamos incómodos. Tiramos la comida. Vivimos con miedo y mucha bronca».
Muñoz se tuvo que ir antes de su trabajo. Su jefe lo notó agotado y lo dejó retirarse. Cerca de las 17, cuando llegó a Nueva Pompeya, Fabián González y María Virgilio estaban en la vereda, tomando mate y rociándose con agua, para soportar el calor. Virgilio vive con sus cinco hijos. «No sé qué hacer con los chicos. Anoche estuvimos hasta las 5 en la calle porque el calor no se podía aguantar. Y a la mañana hubo que llevarlos a la escuela… Ya perdí la cuenta de la comida que tuve que tirar. Es muy triste lo que nos pasa», cuenta.
González vive con su padre, Ramón, de 80 años, que tuvo tres operaciones en el último año. «Él dice que no siente el calor. Pobre. Creo que no me quiere preocupar más de lo que estoy», dice Fabián. A la charla se une Irma Corlón, otra vecina: «Tanto sacrificio para comprarme el aire y casi no lo pude usar. Imaginate si un bajón de luz me lo quema. ¿Cómo me compró uno nuevo?»
A la indignación de los vecinos por los cortes de luz, se suma el trato de las empresas a la hora de responder los reclamos. «Te atienden y te dicen cualquier cosa, te cortan enseguida, dan explicaciones estúpidas y responden de mala manera. ¿Hasta cuándo hay que soportar esta situación?», se queja Edith Dalto, de Villa Devoto, que desde el lunes está sin luz. En varias sucursales de Edesur, vecinos denunciaron que no los atendieron argumentando que estaban de paro.
«No aguanto más. Así no puedo vivir. No puedo», cierra Muñoz. Sin embargo, pasadas las 18, lo peor de la jornada recién comienza. El termómetro volvía a pisar los 30° y la noche, como las últimas tres, para Muñoz y miles de porteños, será eterna.
Fuente: lanacion.com.ar