Sociedad

“Hay gente capaz de denunciar a quién rompe la cuarentena y no denuncia a aquel que desfigura a una mujer”

Romina Pereyra es la Directora de Asistencia y Acceso a la Justicia del Ministerio de Mujeres y Diversidades de la Provincia de Buenos Aires, activista lesbiana y comunista, ex Secretaria de Géneros de CTA Matanza. En comunicación con este medio fue consultada por los problemas de violencia por razones de género en el AMBA.
Uno de los aspectos que resalta Romina sobre la cobertura mediática, tiene que ver con el tratamiento de los femicidios y travesticidios como hechos particulares, tratando de encontrarle a estos, una explicación que reside en dichas individualidades, y no, como la consecuencia de un sistema patriarcal que ha provisto de herramientas que sostienen hechos de violencia por razones de género.
“Desde enero a hoy, hay más de 30 femicidios por razones evitables. Porque en todos los casos es violencia evitable. No es una situación individual como era concebida hace muchos años atrás, o violencia intrafamiliar donde se planteaba desde el ámbito privado a donde el Estado no podía acceder para garantizar la vida de las mujeres, travestis y trans en la Argentina. Esta debe ser una política de Estado. Hoy se habla de la pandemia y de las muertas, y no se habla de cómo evitar esas muertes”.
“Más allá de los grandes esfuerzos que están realizando los nuevos ministerios (de mujeres, género y diversidad), sino se constituyen políticas públicas, la matriz patriarcal de la sociedad logra su reproducción social constante”, evalúa Pereyra.
Además señala que están implementándose políticas para que aquellas personas en situación de violencia puedan transitar libremente, sin gestionar permiso alguno, para realizar las denuncias necesarias. Se han agilizado las medidas perimetrales y de exclusión del hogar que están haciéndose efectivas en 48 horas. Lamentablemente, se constituyen en medidas paliativas instantáneas del dolor frente al acto violento, pero la justicia no resuelve las condiciones de violencia concretas a largo plazo.
Romina resalta el funcionamiento de la Línea 144 en articulación con el Estado que no tenía en su implementación anterior: antes estaba tercerizado y con operadoras que no podían articular ni con las fuerzas de seguridad ni con el poder judicial.
Hoy están funcionando los juzgados de guardia con cierta velocidad. Sin embargo, el criterio que los estructura tiene como resultado que no haya ni un detenido asesino de mujeres, ni hayan detenido a un violento. Generalmente, resultan desaparecidos, con órdenes de captura que no se efectúan. Ni el aparato represivo del Estado ni el Poder Judicial están dispuestos a cumplir su rol en estas circunstancias. Hay jueces que perdonan una violación y procesan penalmente la pintada una iglesia.
Al ser consultada sobre la especificidad de estos tiempos de pandemia, afirma que el confinamiento tiene el “condimento social” de estructurar, aún más, el impedimento objetivo de salir de la situación de violencia. #Lo que ocurre hoy es que mucha gente es capaz de llamar para denunciar a quién rompe la cuarentena y no para denunciar a aquel que desfigura a una mujer. La violencia patriarcal no dejó de existir nunca, más allá de las condiciones sociales, espaciales o temporales en las que se reproduce.
La construcción indispensable hoy es que sea irrefutable la palabra de una mujer frente a una situación de violencia extrema. Para esto es importante que el rol asignado a los varones por el patriarcado sea revisado por ellos mismos. Los varones deben ser los primeros en condenar las prácticas de sus pares. Revisar los privilegios que ostentan en relación a las mujeres y a las diversidades en la vida en sociedad.
Que los varones condenen a un agresor, que salgan a decir ¡esto está mal!, que está mal pensar que tienen la potestad de revisar el teléfono, de controlar los horarios, de sentirse su propietario, de echarle la culpa a ella de sus responsabilidades como padre tras una separación. Nunca son los testigos de una mujer que logra llegar a un juicio por violencia de género, mientras que hay mujeres detenidas por haberse defendido. La sociedad necesita que los hombres denuncien la condición violenta de otros hombres, que se vuelva más justa transversalmente más allá de la necesaria transformación de sus instituciones.

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