Sociedad

La esquina más famosa de Mataderos

Todos los días, de lunes a domingos, funciona en Alberdi y Murguiondo la pizzería más emblemática del barrio de Mataderos: El Cedrón. Su historia se origina allá por 1908, cuando Ambrosio Cremella instala un bodegón llamado «La Primera Curva». Veintisiete años mas tarde, en 1935, Don Manuel Cedrón compra el lugar y lo llama “Bar El Cedrón”, para finalmente, en el año ’66, establecer el nombre definitivo de «Pizzería El Cedrón

“Acá viene gente de todos lados, porque es un punto de encuentro: para familiares, amigos, gente que viene de entrenar de los clubes de alrededor y que, sobretodo, vienen de ver al Torito, los días que Chicago hace de local en Mataderos,» comienza diciéndonos Carlos “Tato” Suárez, cajero, encargado del turno noche y parte del staff de la Pizzería desde hace 15 años. “Trabajo desde los 18 años acá. Me trajo mi viejo y empecé como mozo: no sabía nada, pero mis compañeros me enseñaron el oficio.»

Tato nos cuenta que el lugar, sobre todo, ha sido atravesado, a lo largo de los años, por un clima familiar. Y que esto, es lo que destaca a El Cedrón y genera, a la vez, una gran pertenencia en quienes se suman a trabajar aquí. «Es estar con la familia,» concluye al respecto.

Carlos «Tato Suárez, cajero y encargado del turno noche en «El Cedrón.»

En lo que refiere a la cocina de «El Cedrón», Tato Suarez nos cuenta porque la pizza es la principal atracción del lugar. “Aparte de ser rica, viene bien cargada de muzzarella. Nosotros le agregamos un chimichurri, que es un secreto de la casa, que le da un toque especial y la convierte en nuestro caballito de batalla.»

La pizzería también ofrece otros menúes, que van desde la milanesa napolitana y pollo al spiedo hasta unos postres deliciosos, como la torta de ricota. Pegado a este sector, el de los postres, se encuentra el busto de Justo Suárez: popular boxeador argentino, conocido como “el Torito de Mataderos” y que tiene su propia estatua en el ingreso a El Cedrón, como referente histórico del barrio.

“Lo que a mí me enseñaron, desde el primer día que entré como mozo, es que cuando yo estuviera libre tenía que ayudar a limpiar la mesa de otro compañero; que nos ayudemos unos a los otros”, destaca Tato Suárez, como valor fundamental de un lugar que ha reunido a numerosos y destacados personajes de la cultura y el deporte a través del tiempo. Para cerrar, Tato concluye: «Hace 15 años que trabajo acá y me sigue tentando la pizza. Y espero que no me deje de pasar, porque es riquísima”.

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