Tango & Roll
Martin Martines, a punto de cumplir 20 años con Ojos Locos, canta y compone tango en paralelo, un género hermano del rock barrial, según nos cuenta.
Martin está por cumplir 20 años de banda con Ojos Locos, formación que convive en paralelo con Tango & Roll, un proyecto que aborda el género con versiones de tangos de Cadicamo y Gardel, de Los Redondos y Callejeros y reversiona canciones de su banda de rock barrial.
¿Tu incursión en el tango es nueva?
Primero fue curtirlo como oyente. Me gustaba escucharlo, después interpretarlo. Eso que te conmueve, lo queres usar como una herramienta para expresarte. Y es ahí, donde empezas a componer. Hay una parte del tango canción, cuando lo desmenuzas y lo tocas, que te das cuenta que son canciones que tienen arreglos que están emparentados con el jazz, con el blues de los ’40. Y para mí, la búsqueda de encarar el tema fue por ese lado. No querer interpretar el tango como una recreación tal cual de lo que yo escuchaba en los discos. Sino, de donde yo estaba parado en este momento.
En el álbum Tango & Roll, además de maestros del tango, aparecen Los Redondos, Callejeros y Ojos Locos. ¿Qué representan en vos?
Representa un todo que está emparentado desde la temática y la mirada social. Creo que tiene que ver con esa lírica y esa manera de decir, que viene del tango. Tienen el mismo eje conductor, el mismo espíritu, que tiene la ciudad, que tenía el arrabal, que tiene el conurbano. La idea era poder llevar adelante esta visión que tenemos del hoy, de lo que son estos dos mundos, que para nosotros son hermanos y están emparentados: el tango y el rock barrial. Para mí el tango no pasa por una cuestión de virtuosismo o que vuelta de rosca le podemos dar. Pasa por volverlo a juntar con una expresión contemporánea, como es el rock barrial.
«Cuando sos un artista que no tenés una conexión con tu tierra, con tu entorno, con tu tiempo contemporáneo, social y cultural, decís cualquier cosa».
¿Qué responsabilidad creés que les caben al tango y al rock respecto a las letras?
Creo que el artista es un hijo de su tiempo y de su entorno. Los artistas que me conmueven son los que pudieron traducir su tiempo y su entorno. Pero no creo que, porque el rock diga o deje de decir algo, es responsable de lo que pase socialmente. Y más en estas últimas décadas, social y culturalmente, me parece que el campo de batalla está en otro lado y no en el arte. Sí, me parece, que la expresión artística tiene que tratar de darle una herramienta a esa gente que está luchando. Que sirva para que se sienta en algún punto acompañada, que pueda despertar una inquietud, una pregunta. Cuando sos un artista que no tenes una conexión con tu tierra, con tu entorno, con tu tiempo contemporáneo, social y cultural, decís cualquier cosa. Me parece que el rock nacional, hace mucho tiempo que no dice nada. Y creo que hay muchas expresiones del rock barrial que hace mucho tiempo que si dicen cosas. Pero que son las más silenciadas, no son las que tienen cartel ni las que más venden. Porque justamente, no te quieren vender nada.
¿Cómo hacés convivir estas dos propuestas: el tango y el rock?
Me enriquece muchísimo. Desde lo musical, desde lo profesional. Me abrió un mundo. El tango es un género que exige un cierto nivel de interpretación. Entonces, fue un aprendizaje terrible. Yo llevé un montón de cosas que aprendí con Ojos Locos a este proyecto de tango. Y después toco con músicos increíbles, que no son músicos académicos que solo tocan tango. Me ha ayudado muchísimo a nivel interpretación. Me permite salir de esa fórmula de confort. El rock es muy corporal arriba y abajo del escenario. Con el tango, cambia esa dinámica.
¿Qué satisfacciones te devuelve este profesionalismo?
Es un listado grande, tiene que ver con cosas que pasaron hacia afuera, como poder tocar con Skay, con el Bocha Sokol. Viajar y conocer ciudades a las que no podría haber llegado sino hubiese sido por la música. Y tiene que ver con cosas interiores: con mi Vieja, que me acompañó durante los 20 años de carrera y que de los espectáculos de tango no se perdía ni uno. Poder elegir los temas de un repertorio con mi Vieja fue lo que me queda de legado.
Martines viene de presentarse en Barcelona, con músicos argentinos radicados allí, que recibieron las canciones que Martín les mando y luego hicieron sonar juntos en suelo europeo. “Fue muy emotivo. La música genera siempre ese reencuentro: cuando se da colectivamente, es mucho más fuerte.»
De regreso en Argentina, Martin ya tiene nuevos planes por delante. “Vamos a grabar con Tango & Roll un segundo disco, que saldrá el año que viene, con canciones nuevas. Y se cumplen los 20 años de Ojos Locos: vamos a encarar una gira por todo el interior del país. Y después, cerraremos tocando en Capital Federal, a mediados de 2023”.