Bernarda es la patria de Diego Schipani
El film da su inicio desde lo que parecieran ser las clásicas entrevistas “cabezas parlantes” del género documental, pero la decisión de elección sobre cuáles fragmentos utilizar en la introducción del relato nos indica que estaremos habitando “el detrás” de estos personajes que nos presenta. Esa es la riqueza de la película en todo su esplendor, una narración que se deconstruye para reconstruirse a sí misma entre memorias, recuerdos, vínculos, sucesos, momentos, silencios, secretos y talento. Willy Lemos, Vanessa Show, Fernando Noy, Mosquito Sancineto, Mario Filgueira, Victor Anakarato, entre otres conforman una composición distópica, a través de una dinámica irreverente y provocadora, reflejo del movimiento del que fueron pioneros.
Este documental puede leerse como registro del rescate de los movimientos culturales del underground de Buenos Aires durante los 80. Sosteniendo una mirada lindante al homenaje por sobre la celebración de las otredades, quienes utilizaron al transformismo en el arte como forma de expresión identitaria posdictadura, atravesando todo tipo de abusos, razzias y humillaciones, no sólo del ámbito social sino también familiar, revelando una capacidad de resiliencia ejemplar, donde las amistades cosechadas entre resistencia y clandestinidad dieron paso a las libertades del hoy.
Si bien la estructura del film pareciera ser una especie de construcción sin sentido aparente, no considero aleatorio que Diego elija a Willy Lemos como protagonista de su documental mientras éste interpreta a Bernarda Alba de García Lorca. Pues Lorca, en La casa de Bernarda Alba, maneja el espacio temporal en función del espacio escénico convirtiendo a esa casa en prisión, lo mismo ocurre con la narrativa de este documental donde la acción presente de sus personajes consiste en adentrarse a un pasado que los condenaba a “ocultarse”, manteniéndose prisioneros en sus propixs cuerpxs.
Lemos consigue, desde la dirección de actores y la técnica del método de ensoñación personal, exponer el alma en cada repetición, donde le vemos combatir entre Willy y la opresión disfrazada de Alba. En la escena que interpela al público con las frases “lo peor es haber nacido”, “nacer es el peor castigo”, “déjenme salir”, puede verse claramente cómo se genera, a su vez, un nuevo espacio temporal, fuera del que mira y del que crea, consiguiendo verdad en la mirada y exponiendo lo real por sobre lo representado.
La estructura creada por Diego Schipani y Albertina Carri también tiene una similar característica con la obra en función de lo que se dice y lo que se calla. Pues en el proceso de edición de una película de no ficción es donde se toma esa decisión: en la obra Bernarda acalla a sus hijas y reprime sus deseos, dictatorialmente, forzándolas a sostener un personaje que no son; en el film se decide que veamos y escuchemos “lo crudo”, pues estamos entre bambalinas, hacemos castings, participamos del entrenamiento actoral, somos testigos de confesiones íntimas durante sesiones de maquillaje, habitamos el off del rodaje, su desprolijidad, su improvisación, etc. Todas esas elecciones conllevan a que como espectadores nos sintamos conectades íntimamente a la persona por sobre el artista, ese que nació como lucha pero también como escudo.
Bernarda es la patria es una invitación a conocer les percusores del movimiento del transformismo nacido como expresión artística y búsqueda personal de la libertad en la Buenos Aires de los 80, denotando una vez más que lo íntimo de cada une es también lo político de todes.