Review Atomicrops: la condenada cosecha


Un poco de la locura de bullet hells, otro de rogue lite y un contexto de farming simulator; todo esto mezclado es Atomicrops de Bird Bath Games.

Atomicrops esta disponible para PS4, Xbox One, Nintendo Switch y PC (a través de Epic Games).

La vieja granja del abuelo

Sin lugar a dudas cuando hablamos de farming simulators nuestra mente va de cajón al Stardew Valley. Esa tranquilidad que suponemos que es el campo y manejar una granja mientras cosechamos nuestra huerta y miramos el atardecer. Claro que Atomicrops viene a mofarse de todo eso pero tampoco es que desarrolla mucho la idea.

La “historia” del juego consiste en una pequeña intro animada en donde vemos como nuestro protagonista hereda la granja del abuelo y nos emociona poder vivir del cultivo. La vieja granja del abuelo tiene una escotilla y un bunker, justo entramos cuando cae una bomba nuclear y el infierno se desata en la tierra, mutando a los granjeros, animales y la cosecha. Esta sátira del Stardew comienza y termina ahí. Quizás es una lastima porque, a pesar que el foco esta puesto en las mecánicas de disparo y cosecha, hubiera sido interesante tener un poco más de contexto y construcción de los diversos personajes que se presentan.

Plantas vs Mutantes

Sin lugar a dudas hay una intención de Atomicrops de tener un balance entre los dos o tres géneros que presenta. ¿Lo consigue? Un poco no y otro poco si.

La misión comienza con nuestro granjero/a y en la primavera. Tenemos un arma básica y un pequeño lugar para plantar nuestras semillas. Un pozo para extraer el agua y un par de monstruos que comienzan como conejos y babosas y escalan a algunos inimaginables. Matar a estas criaturas nos darán el abono necesario para hacer que nuestros cultivos crezcan más rápido.

Obvio que lo que cosechamos no es del todo normal, las plantas son una versión para adultos y poco inocente de Plantas vs Zombies. La cosecha nos da monedas que luego podemos canjear. En conclusión el apartado farming es solo una excusa para defender algo y conseguir monedas que nos permita comprar objetos.

Como rogue lite el juego tiene un sistema que ya hemos visto en otras ocasiones. Nuestro campo esta cercado por puentes, la mayoría rotos que vamos a tener que arreglar para pasar. Durante el día los ataques a nuestro campo son pocos pero a la noche la cosa se pone picante. Cuando termina el día un helicóptero nos rescata y nos lleva a un base. En ella podremos comprar picos para expandir nuestros cultivos, materiales para arreglar los puentes, armas de defensa como espantapájaros o torretas y armas aleatorias que van desde ametralladoras, lanzaardillas (así como lo leen), un arma de papas o cuchillos. Solo podemos tener un arma y se rompe al terminar el día y volver a la base (a algunos personajes les dura dos días).

En la base también encontraremos a un “hombre” que nos vende corazones a cambio de rosas y personajes secundarios que podremos ir regalándoles rosas para captar su atención y que se unan a nosotros.

Cuando termina cada estación tenemos un jefe final y si lo derrotamos la alcaldesa nos brinda una fiesta y nos da premios dependiendo la cantidad de oro y cosechas que conseguimos. Son Primavera, Verano, Otoño, Invierno e Invierno Nuclear y después vuelve a empezar.

Otros elementos que nos ayudan tanto en la defensa como en la cosecha son animales como vacas, cerdos, abejas o gusanos. Tractores para cortar la maleza, aplastar enemigos o regar las plantas. Efectos como nubes, temblores u otras abejas que aceleran nuestro trabajo.

Todo esto se consigue de manera aleatoria pero también es propicio saber cuanto tiempo exploramos y cuanto le dedicamos al campo. Ahí radica el balance del juego que si no progresas en una cosa no podes hacerlo en la otra. Aunque si sos un jugador experto podes dedicarte a cosechar poco y mejorar las armas y el avance es el mismo.

Una vez que vamos reconstruyendo los puentes visitamos otras zonas con enemigos más rápidos y difíciles.

Si morimos perdemos todo lo que conseguimos y solo nos quedan algunas habilidades pasivas que tenemos que conseguir como caminar más rápido o tener uno más de ataque o de cosecha.

El último género que explora Atomicrops es el de bullet hells, esos juegos que llenan toda la pantalla de disparos y rayos de enemigos y que tenemos que movernos milimetricamente para no perecer. Acá la cosa no se destaca pero tampoco falla. Si le dedicamos un par de horas y tenemos un buen arsenal podemos durar varias noches. Pero la poca velocidad de nuestro personaje también hace las cosas difíciles contra algunos enemigos o enjambres.

El “no” bonito pixel art

En Atomicrops hay variedad de plantas y enemigos. Hay mucho color pero ese pixel art que tanto nos gusta en otros títulos un poco por lo retro y otro por el desafio de generar un apartado gráfico con ese estilo acá no se logra del todo. Los efectos de siembre tanto sonoros como visuales son muy buenos pero la misma extrañeza de los escenarios y los personajes le quita un poco de empatía.

La música termina siendo funcional y teniendo en cuenta que podemos llegar a pasar varias horas si somos grandes jugadores, no molesta y queda de fondo.

Conclusión

Atomicrops es un juego que tiene un poco de cada cosa. Podemos dedicarle varias horas y generar los desafíos de cuanto duramos. Siendo un rogue lite este es su punto fuerte. Disparar por toda la pantalla se combina bien en este género de “mazmorras al aire libre”. Pero su historia podría haber dado para más y el farming simulator termina siendo solo una excusa para seguir matando mutantes.

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